Me llega un mail el cual me informa que para terminar mi compra de nueces peladas (precio sobre 10 kilos), solo me falta pagar $5.500 en la sucursal Servipag.
Imaginemos un día en el que uno se levanta con la cabeza libre de angustias, uno en el que, por alguna extraña razón, nos sentimos en completa paz con la vida, donde, en apariencia, ningún asunto presenta algún tipo de exceso o escazes. Además de eso, el clima que hace es perfecto: cielo despejado con un sol radiante, que viene acompañado de una brisa que evita cualquier tipo de bochorno.
En ese día idílico, digamos, por llamarlo de alguna manera, tenemos que comprar nueces, ¿para qué? no sé, lo más sensato, creería yo, sería decir que las necesitamos para una receta, un pavo relleno, por ejemplo que, supongo, las lleva.
No soy aficionado a las nueces, y lo primero que se me viene a la mente cuando las escucho mencionar, son aquellos casos que se escuchan de personas que son alérgicas a ese fruto seco y que sin querer las prueban, se les cierra la traquea, dejan de respirar y mueren. Alguna vez, por ejemplo, leí una historia de esas en la que un hombre comía un producto, en este caso tenía canela, y luego, besaba a a su novia. Al poco tiempo esta se moría, pues era alérgica a ese polvillo.
Pero volvamos al día de clima perfecto en el que tenemos que comprar nueces. Digamos también que es un sábado, y entonces podemos hacer pereza en la cama: Abrir los ojos volverlos a cerrar, dar media vuelta y enrollarnos en las cobijas, o lo que sea que signifique hacer pereza para cada persona.
Ya en la ducha, cuando el agua golpea nuestra cabeza, nos acordamos de que tenemos que comprar nueces. Jugamos con el pensamiento un rato, pero luego lo descartamos por cualquier otro.
Luego, en el cuarto, cuando nos estamos poniendo las medias y como de la nada, el tema de las nueces aparece de nuevo en nuestra cabeza. Podríamos salir a comprarlas, caminar un rato hasta el supermercado y aprovechar el buen clima, pero la tecnología nos ha hecho perezosos, y por eso decidimos pedir 10 kilos, una cantidad arbitraria, Como para que no falten, a través de una App.
Nunca realicé un pedido de nueces. Que miedo que Internet, las redes, la tecnología, vayan dejando regadas diferentes identidades nuestras por todo el mundo. Hoy es solo eso, mañana me pueden estar buscando por estar involucrado en la muerte de una persona que se comió un trozo de torta que llevaba nueces.
¡Qué mundo!