¿De qué forma se almacena la información en nuestro cerebro?, ¿por qué algunos recuerdos tienen más protagonismo que otros? Imagino que estas preguntas ya se las han hecho varios científicos y que hay libros y tratados enteros sobre el tema.
“A través se escribe separado y con tilde” nos decía Ximena, una profesora de español, en el colegio. Recuerdo la clase en la que nos explicó eso y como escribió las palabras, con tiza de color blanco y una letra estilizada, sobre un tablero verde. Creo que para esa época la ortografía me importaba poco, entonces no entiendo por qué se clavo ese recuerdo en mi mente.
De pequeño leí algo, vi un programa o alguien me contó, sobre un método de tortura que tenía que ver con gotas de agua. Consiste en atar a un hombre a una silla con la cabeza hacia atrás y ubicar su frente justo debajo de una gotera. Tengo entendido que después de miles de gotas que le caen en un mismo punto, estas comienzan a perforar el hueso. Eso es otra cosa que recuerdo con facilidad y que, de repente, llega a mi cabeza como si nada.
“Es un sistema de ecuaciones”, me dijo una vez mi hermano, hablando sobre el cubo Rubik. Nunca me gustó ese rompecabezas mecánico, y recuerdo que no entendí nada cuando me lo dijo, pero sí que tomé el cubo en mis manos y le di vueltas y vueltas y nunca le vi las ecuaciones por ningún lado. Igual, el dato quedó en mi memoria y la frase de las ecuaciones también aparece en mi cabeza con facilidad.
Imagino que esos gusanos mentales tienen que ver mucho con la actividad sensorial del momento y que cada uno viene acompañado de imágenes muy potentes que hacen fácil recordarlos, por eso son como gotas mentales que nos martillan el cráneo a cada rato.