En la actualidad, hay un complejo budista y se pregona hasta el cansancio vivir el presente, porque es lo único que debería importarnos. La verdad es que no nos vendría mal conocer un poco del futuro, por lo menos del inmediato, pues supongo que a cada instante cambia, entonces resulta imposible saber exactamente qué es lo que va a ocurrir.
G. Me llamó ayer. Me contó que no se ha sentido del todo bien, y que incluso algunos días tuvo ganas de quedarse metida en la cama. Me pregunta si estará deprimida. “No lo sé”, respondo. Le digo que es probable, pero que cualquier afirmación que haga es una especulación. Me cuenta que a raíz de eso su hermano le regalo una cita con una señora que habla con los ángeles y que hace otras cosas—no recuerdo cuales— especiales.
Me dice que le contó muchas cosas acerca de su vida, como que en un futuro la ve en otro país, y que no le va a dar Covid. G. me dijo que podía preguntar por el futuro de cualquier conocido, pero que no preguntó ni por el mío ni por el de M, con quien nos vemos veíamos con frecuencia.
Aunque no creo en esas cosas, me tranquilicé cuando supe que no se había interesado en mi futuro, porque mi escepticismo tiene una grieta por la que se mete la duda. ¿Será posible?, me pregunto, y pienso en que no me gustaría conocer datos de mi futuro, porque se perdería algo tan importante como el factor sorpresa y aleatorio de la vida, y porque viviría pendiente de ver si lo que me dijeron va a ocurrir.
Hace unos años escribí una crónica sobre el Indio Amazónico. Cuando visité el lugar, la persona que lo atendía, una mujer con un vestido largo de color verde plateado, me preguntó que si quería tomar una cita con La Profesora. Le pregunté en qué consistía la cita. “Es una lectura de las cartas en la que puede hacer preguntas sobre cualquier aspecto de su vida”, respondió.
Tomar la consulta con La Profesora le habría venido muy bien a mi escrito, pero al final no lo hice, porque solo tenía un billete para devolverme a la casa y porque, como ya le dije, estimado lector, prefiero no saber nada del futuro.
Escribo sobre esto porque hoy, viendo videos en youtube, di con uno de una vidente: una señora con gafas de marco grueso negro y un tono de voz aburridor. Ella decía que predijo la pandemia en el 2017. Al finalizar los cinco segundos promocionales, la mujer pregunta en ese tonito afectuoso de la segunda persona, que se supone debemos utilizar para ser persuasivos: ¿Quieres conocer el futuro de las personalidades?, sígueme en mi canal de youtube.
No, no quiero conocer el futuro de nadie. Si es el caso, que llegue y se
estampe contra mi cara.