Yo no cuento con ninguno, simplemente me dejo antojar por el libro que se me presente justo en ese momento.
Hace pocos días, por ejemplo, cuando estaba a punto de terminar de leer Lady Masacre de Mario Mendoza, intercambié un par de correos con Ana, una copy española. Nuestro intercambio de mensajes se torció hacia el tema de los libros, y Le pedí que me recomendara una novela.
A los pocos minutos llegó su respuesta:
“El barón rampante de Ítalo Calvino, si no lo has leído ya.” Me pareció que ya tenía la respuesta lista, y que siempre se la da a las personas que le piden una recomendación de lectura.
Recomendar libros es una tarea muy difícil, y cuando siento que alguien lo hace porque de verdad espera que la obra le agrade a la otra persona, le presto mucha atención al título.
Y si por alguna razón la novela no era lo que uno esperaba, siempre está la posibilidad de dejar de leer y ya está. La vida es muy corta para leer por obligación.
Le cuento a Ana que no he leído nada de ítalo Calvino, pero que siempre he tenido en mi radar de lectura Las Ciudades Invisibles.
Y ella responde: "ese es un gran libro, pero con un formato diferente al de novela clásica. Yo empezaría por El barón rampante, es uno de mis libros favoritos. Luego tiene uno que se llama ‘Los amores difíciles, que es también interesante."
Y así es como llego a Calvino, sin haber pensado que lo iba a leer.
Así, pienso, también deberíamos intentar vivir, es decir, a punta de impulsos, de feeling, de circustancias aleatorias, en vez de ese absurdo de intentar tener todo bajo control.