Se despertó lúcido. Sintió extrañeza, pues el día anterior quiso quedarse metido en la cama hasta la eternidad. En ese llamado aparatoso a la realidad que encierra el acto de despertarse, hay ocasiones en las que se siente muy bien, como si supiera exactamente que es lo que debe hacer en cada segundo de vida que le queda.
En esos días de "claridad", apenas despierta se queda unos veinte minutos en la cama mirando pal techo, es decir, contemplando la vida y su abundancia. Millones de pensamientos atraviesan su cabeza, pero los surfea todos con tranquilidad.
Hoy, en medio de ese trance, le llegó una notificación al celular. Después de agarrar el aparato, rara vez un evento le permite abandonarlo. Se sumió en un tecleo frenético y, de link en link, llegó hasta la página de un horóscopo.
Dado su estado de presencia plena decidió leer el suyo. Decía:
La forma que tienes de enfocar la vida y
la fuerza de voluntad que te caracteriza
te dan la mayor ventaja de las oportunidades
que te cobijan para surgir.
Eran unas frases obvias, positivas, que se sintonizaban con su estado emocional. Después de una primera leída decidió relamerse nuevamente en ese breve bálsamo narrativo y lo leyó una segunda, tercera y cuarta vez.
A la quinta detecto algo, su psiquis lo alertó de un subtexto del que no había percatado. En total leyó 50 veces ese párrafo de destino, pues estaba seguro que tanta belleza no podía ser cierta, que la vida siempre está dispuesta a jodernos, y que era imperativo descifrar el verdadero significado de ese conjunto de frases.
La última vez que leyó el párrafo estaba desahuciado; casi seguro de que algo malo le iba a ocurrir ese día o cualquiera de los que estaba por venir.
"Horóscopo de mierda".
"Horóscopo de mierda".