Un hombre, llamémoslo el consejero, pues tiene publicados puros videos en los que les da consejos a su audiencia de más de 100.000 seguidores, habla sobre leer libros.
“Te voy a decir porque no es bueno leer más de un libro a la vez”, es una de las frases con las que comienza una de sus cápsulas de sabiduría, pero a mí me pierde de inmediato con ella. Hace unos años, cuando leía de esa manera, tal vez les habría prestado atención a sus palabras, pero hoy, pienso, lo único que importa es leer, y la forma en que decidan hacerlo las personas es lo de menos. Por eso su predica me parece barata, por más cordial y buena onda que quiera mostrarse.
Ahora, por ejemplo, estoy leyendo tres libros base, digamos, y tengo mordisqueados otros cuantos, pero ahí voy, lento pero seguro, leyendo hojas, capítulos, o incluso solo unos cuantos párrafos cada día. Quién sabe cuanto tiempo me va a tomar leerlos, quizá mucho más que si los leyera por separado, pero me da pereza ser tan psicorigido con la lectura. Además, como escribí alguna vez hay veces que uno quiere leer distintos tipos tipos de libros o géneros, y tener que ir al mismo libro solo porque es bueno leer uno a la vez, pues que pereza tan infinita, ¿acaso no?
Le escritora Margarita García Robayo, por ejemplo, cuenta que en su mesa de noche tiene una torre de los libros que está leyendo, qué sé yo, digamos 5 o 6, de todo: poesía, ensayo, ficción, no-ficción. Muchas veces durante la semana escucha cómo sus hijos pequeños entran a su cuarto y de repente comienzan a reír. Ella les pregunta qué pasa y escucha cómo le responden que nada. Al poco tiempo salen de su habitación y siguen con sus juegos.
Luego por la noche, cuando se va a acostar, Robayo se da cuenta que su torre de libros fue uno de los motivos de la risa de sus hijos, pues la habían tumbado, y para que su madre no los regañara , la habían acomodado a su manera, sin tener en cuenta el orden en el que estaba. A Robayo no le importaba eso en lo más mínimo y simplemente tomaba el libro que había quedado encima y lo empezaba a leer.
Así, tal vez, deberíamos leer, lo que nos caiga en las manos y ya está. Sin tantas reglas, sin tanta parafernalia.