Dicen que tener un ritual de escritura muy temprano en la mañana es muy recomendable porque es un momento donde las ideas fluyen mejor.
Cuando Murakami está, como él dice, en modo novela, se levanta a las 4 de la mañana y trabaja unas 5 horas seguidas. En la tarde trota y a veces también nada. Luego lee, escucha música y se acuesta a las 9 de la noche.
A Ray BradBury no le preocupaban los horarios, y se sentaba a escribir cuando esa necesidad lo apremiaba, pero desafortunadamente pocos, como él, sienten tales impulsos desde los 12 años.
Alguien una vez me contó que el escritor japonés Oe Kenzaburo se encierra en un cuarto completamente oscuro, prende una grabadora y comienza a hablar sus novelas. Luego se sienta y las transcribe.
Capote, que empezó a escribir desde los 8 años, al parecer necesitaba otro tipos de estímulos o ambientes y podía escribir sus obras en moteles, por ejemplo.
Queda claro que no todos los escritores no cumplen con un ritual riguroso de escritura por las mañanas, independiente de si es un horario en el que se es más creativo. Hace pocos días vi una imagen que mostraba a un muñeco en una cama durmiendo y a otro levantado que hacia ejercicio. Debajo del primero decía: "Personas no exitosas" y del segundo "Personas exitosas".
Me parece trasnochado ese cuento de que las personas exitosas únicamente son aquellas que se levantan muy temprano. Sin entrar a tocar el subjetivo concepto de lo que es el éxito, continúo sin entender por qué todo en la vida tiene que ser Blanco o Negro.
No podemos contar, más aun en estos tiempos no predecibles, con una fórmula que nos asegure el "éxito". Cada quien mirará como le funciona andar por la vida, si madrugando o levantándose al medio día.