Creo que todos andaríamos más relajados por la vida si aceptáramos lo que la sociedad dicta que es feo en nuestros cuerpos: EL gordo o la llanta rimulera en nuestro abdomen, la papada, los cachetes grandes, etc. Creo que cada persona por más perfecta que la veamos tiene algo que quiere cambiar en su cuerpo, si algo tenemos en común todos es la inconformidad.
Hace un par de semanas, en mi agradable ritual de leer, tomar capuchino y comer algo, en la mesa de enfrente se encontraban 5 mujeres y ninguna, creo, tenía más de 23 años. Por lo que alcancé a escuchar eran estudiantes de psicología y mientras hacían cálculos de cuanto les faltaba para graduarse, una de ella enfatizó en lo siguiente: "Es que yo ni a bate pienso trabajar en una oficina". No seguí su conversación, no porque no fuera interesante, sino porque a veces hablaban en clave y reían, sobre temas que solo ellas entendían.
Cuando se iban a ir del lugar, decidieron tomarse una selfie. Después de hacerlo, una a una se fueron rotando el celular para mirar la foto, hasta que una de ellas, que llevaba puestas unas gafas negras de marco grueso, exigió que la repitieran pues quería una sin las gafas.
Hace poco me tomé un café con un grupo de personas, y alguien le pareció importante que nos tomaramos una selfie. Nunca me han llamado la atención esas fotos pero, para no desentonar, accedí a la petición de la persona. La tomamos desde mi celular, y luego de luchar con mi motricidad para que no se me cayera al piso y tomar la foto, todos la miramos. En esta ocasión una amiga exigió que la repitiéramos porque según ella había quedado cachetona.
El punto es que deberíamos dejarnos de fijar tanto en como nos vemos o, más bien, como creemos que nos ven los otros, y aceptar esa supuesta "fealdad" que llevamos encima.