. Título la entrada "Punto" y escribo el signo de puntuación iniciando esta frase, porque quedan 18 minutos para saltar de un día a otro y no quiero que la entrada quede con la fecha de mañana; así que apenas escribí el título y el punto, valga la redundancia, guardé la entrada, la etiqueté como Cosa Nº 862, y le di publicar. Un pequeño acto que bien podría considerarse como uno de rebeldía contra el sistema, por lo menos el de la plataforma Blogger.
Bien habría podido titular la entrada 18 minutos, y escribir algo en ese lapso de tiempo y encaminar el escrito hacia eso, pero fue algo que hice ese día que quedaban 21 minutos, no para la media noche sino para las 10:00 pm (ahora me doy cuenta que escribí 39 y no 9 cuando mencioné la hora en ese post, lo que me recuerda ese otro escrito que tengo pendiente sobre horas de 30 minutos, lo que daría paso a un día de 48 horas, ¿seríamos más productivos en tal caso?, en fin, de ser así, las 39 aplicarían perfectamente).
El punto a la larga no existe, es un fin que siempre continua, o más bien un "no fin". Tan sólo basta analizar que después de cualquier punto podemos continuar narrando lo que sea. Entonces el punto viene a ser como un planeta más en ese multiverso, que se extiende hasta donde la imaginación no nos llega, en el que se encuentra la tierra.
Decir adiós o despedirse, es algo similar a un punto, pero siempre permitirá que los que se separan sigan narrando historias diferentes, que se cruzarán en el futuro.