Hoy almorcé con una amiga y un amigo de la universidad, a los que no veía hace mucho. Lo bueno es que son ese tipo de personas que uno puede dejar de ver por mucho tiempo y nada cambia, no como esa compinchería fastidiosa que se suelen tener algunas personas.
Después de contarnos en que andabamos cada uno, llegó ese momento de preguntar por la vida de los demás. Las respuestas fueron las típicas de siempre: hijos, matrimonios, noviazgos inesperados, viajes, etc.
En un momento me acordé de un hombre, un tipo buena gente que no era un amigo muy cercano, y pregunté por el. Después de que me contaron que tiene dos hijos y que trabaja en (ya se me olvido), mi amigo se acordó que uno de sus sueños cuando estaba en la universidad y se proyectaba hacia el futuro, era tener una oficina con un frutero.
"Un frutero?" pregunté, para después soltar una carcajada. Pues si, resulta ser que aquella persona dijo, en ese entonces, que le gustaría tener un frutero para que cuando se sentara en su silla, pudiera estirar la mano y coger, por ejemplo, una manzana, para jugar lanzándola al aire.
Me pareció una aspiración muy chistosa, pero bueno, si lo hace feliz allá él. Si algún día me lo encuentro, le preguntaré si finalmente pudo cumplir su sueño de tener un frutero en su oficina, y de que forma interactúa con el mismo.
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