Se fue la luz. Cada vez que eso pasa, la UPS comienza a
gemir con un pito completamente fastidioso.
La pantalla, con su luz blanca brillante, me está encandelillando los
ojos. Somos unos tarados sin luz, sin
luz no hay nada de eso que tanto necesitamos para vivir hoy en día: no hay
televisión, se cae el wi-fi, etc. “ !Quedan los celulares! “ responderá usted,
pero suponga que se fue la luz porque los extraterrestres nos están invadiendo,
entonces tal vez no va a volver a llegar nunca, y cualquier equipo electrónico
que usted tenga se le acabará la carga dentro de un par de horas, de pronto es el fin de la raza humana,
un textual “apague y vámonos”.
Mis padres me cuentan que cuando
apenas se casaron, les tocó irse a vivir al valle de Sibundoy en el Putumayo,
porque mi padre, Ingeniero Civil, le tocó ir a dirigir la obra de una carretera. Vivian en una casa en pleno campo, y no
tenían luz. A mi mamá le tocaba hacer
todo, en las noches, a la luz de una vela, y vivían a base de una “dieta” de enlatados, porque no había forma de conservar
la carne.
Mi madre se la pasaba todo el día
sola cuidando a mi hermano mayor; bueno sola es un decir tenía como compañía un
caballo, que era el que la asustaba por las noches porque se ponía a caminar en la entrada de la casa, y también
a Cuchuco y la raspa. El primero un
perro, la segunda una gata.
Según tengo entendido la
principal labor de cuchuco era agarrar del pescuezo a la gata con su hocico,
cuando esta empezaba a ronronear y enredarse en
las piernas de mi mamá mientras cocinaba. La orden para que el perro cumpliera con su
tarea era muy sencilla “Cuchuco ¡saque a la raspa!” le decía mi madre; y entonces el perro en una actitud perezosa
se acercaba lentamente hacia “La Raspa”, mientras esta se agachaba y esperaba
el inofensivo mordisco del perro. Después
la botaba en la puerta de la casa. La
escena se repetía varias veces a lo largo de la tarde.
Algunos fines de semana, se iban a quedar al hotel de
un Suizo que se llamaba Walter Kraus, donde podían disfrutar de diferentes
comodidades que su modesta casa de campo
no les permitía. Siempre me ha intrigado
ese personaje, me imagino que huyó de
Europa debido a la guerra y terminó en él Putumayo. Mi padre me cuenta que era un tipo muy ingenioso, que desvió la corriente
de un riachuelo para poder generar electricidad para su pequeño hotel. Mi madre
dice que no ha podido probar una mantequilla más rica que la que hacia ese
señor, porque aparte de ser todero, era un chef impresionante.
Pero estábamos hablando de la luz
y que se fue, ¿cierto? De cierta forma asocio las idas de la luz con el amor. A
pesar de ser una época completamente diferente, siempre he admirado a mis
padres por haber tomado semejante decisión.
Irse a la porra, lejos de la capital,
para comenzar su proyecto de vida, fue, creo yo, una prueba de amor muy berraca para los dos.
De no haber sido así, de no haber tenido sus vidas ese acontecimiento
que seguramente cambió el curso de muchos eventos, de pronto yo no estaría
escribiendo esto.
Sin luz, creo yo, somos más
humanos, porque tendemos hacia lo primitivo.
Nada que llega la condenada. Es triste, pero sin luz no podré publicar
esta entrada. Si es el fin del mundo, espero que todos los que lean esto hayan
sido felices, porque con o sin luz, eso es, en definitiva, lo que importa en esta
vida.
Se me ocurre que sería bueno
dejarle un mensaje a los extraterrestres en esta entrada, pero ¿Cómo
saber qué lo van a leer? De pronto mi portátil quedara pulverizado por un rayo
laser de un arma alienígena, A lo mejor
nos invaden porque necesitan nuestra luz para poder conquistar el universo.
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