Muchas veces he leído que la mejor actitud que uno puede tener es sonreir, independiente de lo abatidos que estemos. A la larga no se trata de ser hipócrita, creo que es una conducta que nos afecta de forma positiva e inconsciente, al mismo tiempo que obliga al resto a preguntarse ¿Cuál es su berraca alegría?
Sin embargo, esa actitud de "cara de ponque" con una sonrisa a todo momento, puede ser reforzada con el arte de ignorar, como la cereza en la punta del pastel, esa que da el toque final. No hay nada más liberador que dejar que todo resbale, por incongruente que nos parezca la conducta de los demas, o lo absurdo que pueda ser el estado de los eventos en el que nos encontramos inmersos.
Quería escribir sobre un incidente que me puso de mal genio, uno de esos en que las personas adquieren deudas de aposta y no inocentemente, es decir, cuando sus actitudes tienen como único fin utilizar las palabras como proyectiles.
Finalmente decidí atacar (ignorar) el asunto con este breve escrito a modo de complemento. Sonreír e ignorar, dos de las claves de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un comentario a $300 dos en $500