Hace unas dos semanas, mientras me tomaba un
café, se sentaron en la mesa de enfrente un hombre y una mujer. Esta
última era algo canosa, tenía unas gafas de marco grueso negro, y de
igual color su pantalón y saco; pensé que tenía una pinta apropiada para un
velorio. El hombre llevaba un pantalón de dril y una camisa azul clara.
"¿Qué no se arregla con diálogo?" le
pregunto la mujer al hombre. "lo más importante es hablar con ella y
hacerle caer en cuenta que los niños son los que sufren, al ver a sus padres
enfrentados como 2 leones.
La conversación no podía tener otro tema que el
divorcio, algo que, independiente de que se tengan hijos o no, resulta
engorroso. La mujer no paraba de aconsejar al hombre: "Lo mejor es
que le hagas caer en cuenta de eso, ¿Crees que puedes hacerlo?
Cuando terminó esa pregunta, y por el tono en que
la hizo, me di cuenta que la mujer más que amiga era su abogada.
"Una amiga que se separó hace 12 años todavía no ha solucionado la
situación con su ex", le dijo, para reforzar su última pregunta.
El hombre, que solo parecía escuchar a su
abogada, de un momento a otro, le preguntó:” ¿Pero cómo consiguió ella la
clave del correo?" La mujer se limitó a responderle: "Es que las
madres somos muy sagaces" y continuó con la exposición de sus puntos de
vista:
"Ella puede estar tramando hacer muchas
cosas, y quien sabe cuál sea la que piensa hacer. Si ella demuestra que
no puede sustentarse por sus propios medios, es posible que te demande por
alimentos. ¿Cuál es realmente la diferencia de los 500 millones que
te pide?
Terrible que cambiemos tanto y que de un momento
a otro no podamos ver a esa persona, hombre o mujer, que pensamos querer
mucho en algún momento. Todo tiene que tener un fin, excepto las salchichas que tienen dos, lástima que todo tenga que ser tan dramático mientras
este llega .
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