Hace un tiempo cuando escribí sobre Beatriz, también llegó a mi mente el recuerdo de otro profesor de bachillerato que se llamaba Ariel, canoso completamente, característica física que lo hacía ver muy viejo. Si no estoy mal, Ariel era de Santander y muchas de sus frases las terminaba con la palabra "Mano".
Él nos dictaba Sociales y todos los alumnos del colegio lo conocían por sus clásicos exámenes de geografía, donde uno se tenía que aprenderse todas las montañas, cordilleras, mares, ríos, etc. de memoria. El día del examen Ariel llegaba al salón y colgaba, de una puntilla ubicada encima del tablero (¿Quién la habrá puesto ahí?), unas lonas negras que parecían tener miles de años de antiguedad, donde estaban dibujados los croquis de diferentes países y continentes.
Después de esto daba inicio al examen, e iba llamando a cada estudiante, le daba un pedazo de tiza y soltaba un nombre cualquiera, el cual, de mera memoria, uno tenía que ubicarlo en el mapa.
Algo jarto de ese método de evaluación era tener que pasar en frente de todo el curso, pues una cosa es escribir cualquier barrabasada sólo para uno en una hoja de papel, y otra muy distinta errar en frente de 40 personas, que aunque les importa un bledo como lo haga uno, pues seguramente hacen uno de esos repasos de último minuto, que suelen servir para nada, solo con su presencia y sus caras largas imprimen más tensión a la situación.
Él nos dictaba Sociales y todos los alumnos del colegio lo conocían por sus clásicos exámenes de geografía, donde uno se tenía que aprenderse todas las montañas, cordilleras, mares, ríos, etc. de memoria. El día del examen Ariel llegaba al salón y colgaba, de una puntilla ubicada encima del tablero (¿Quién la habrá puesto ahí?), unas lonas negras que parecían tener miles de años de antiguedad, donde estaban dibujados los croquis de diferentes países y continentes.
Después de esto daba inicio al examen, e iba llamando a cada estudiante, le daba un pedazo de tiza y soltaba un nombre cualquiera, el cual, de mera memoria, uno tenía que ubicarlo en el mapa.
Algo jarto de ese método de evaluación era tener que pasar en frente de todo el curso, pues una cosa es escribir cualquier barrabasada sólo para uno en una hoja de papel, y otra muy distinta errar en frente de 40 personas, que aunque les importa un bledo como lo haga uno, pues seguramente hacen uno de esos repasos de último minuto, que suelen servir para nada, solo con su presencia y sus caras largas imprimen más tensión a la situación.
No sé por qué se me quedo grabado el nombre de ese Río de Estados Unidos, si me lo pregunto a mí o a uno de mis amigos; lo que sí recuerdo es la voz de Ariel, mientras entregaba la tiza y decía: “Haber mano, ubique el río Hudson mano” creo que lo que impacta de ese nombre es que su pronunciación involucra la lengua y los dientes superiores.
El punto es que hasta hace un momento había olvidado por completo por donde pasa ese rio. Espero que la educación en los colegios en estos tiempos haya cambiado y que no obliguen a los estudiantes a memorizar datos, solo porque sí.
Creo que en cuanto a la educación del colegio, hago parte de esa generación que es un “baúl de conocimientos, pero que carece de contexto” cómo bien lo dijo Llinás alguna vez. Por otro lado no tengo nada en contra de Ariel, era un buen tipo.
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