Hace unos días, mientras me bañaba, se me ocurrió una idea para un texto que estoy escribiendo. Me pareció buena, así que no la quería perder. Cuando eso me ocurre, es decir, cuando creo producir ideas medianamente buenas, inmediatamente las anoto en una libreta que intentó llevar siempre conmigo. Queda claro que nunca está conmigo en la ducha. Mientras terminaba de bañarme me puse a repetir la frase, para que no se me olvidara. Al salir y entrar a mi cuarto la anoté y pude descansar de la repetidera.
Antes, cuando no cargaba la libreta, a veces me surgían ideas de las cuales pensaba "Voy a escribir sobre eso", pero cuando llegaba a la casa, por más que hurgaba en mi cerebro, no las recuperaba.
Cuando me baño siempre se me ocurren ideas chéveres. También se me ocurren, a una menor escala, cuando desayuno. Esto se debe a que la ducha, y momentos que también pueden llegar a ser solitarios como el desayuno, son, si nos fijamos bien, espacios de nuestros días que nos pertenecen únicamente a nosotros:
"There has been much discussion about the value of the “creative pause”
– a state described as “the shift from being fully engaged in a creative activity
to being passively engaged, or the shift to being disengaged altogether.” This
phenomenon is the seed of the break-through “a-ha!” moments that people so
frequently report having in the shower. In these moments, you are completely
isolated, and your mind is able to wander and churn big questions without
interruption."
- 99U -
Es entonces en esos momentos que debemos agarrar la paloma y no permitir por nada del mundo que se nos vaya.
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