La frase, con su oxímoron, no puede ser más llamativa. Guardo muy buenos recuerdos de esa película al igual que la de Indiana Jones, Lethal weapon, los three amigos, y otra, que no recuerdo como se llama, en la que actuó Meg Ryan y que trata sobre unos hombres que miniaturizaban para introducirlos,en unas naves, en los cuerpos de otras personas.
Era la época de las antenas parabólicas, y aunque no sabía hablar inglés, prefería mil veces, cuando llegaba del colegio, ver el Disney Channel y a Kelly, mi amor platónico de ese entonces, de saved by the bell, HBO o Cinemax, que la televisión educativa que pasaban por las tardes.
De esta me cuerdo muy bien, del programa Cocinemos con Segundo Cabezas, un chef negro y viejito que, si no estoy mal, dirigía a unos niños en la cocina. Lo único que me llamaba la atención, quizas porque a mí corta edad no le veía sentido alguno, era el ruido que hacían estos al inicio, mientras golpeaban diversos utensilios de cocina, a manera de instrumentos y sin ritmo alguno.
Parece ser que uno siempre termina volviendo al pasado, o más bien recordando, que por más perjudicial que se crea, y por mas cuentos budistas de: disfrutar el momento, el presente, etc. resulta menos angustiante que ubicarse y/o pensar en el futuro, aunque siempre la mente quiera que volvamos a ese lugar.
Parece ser que uno siempre termina volviendo al pasado, o más bien recordando, que por más perjudicial que se crea, y por mas cuentos budistas de: disfrutar el momento, el presente, etc. resulta menos angustiante que ubicarse y/o pensar en el futuro, aunque siempre la mente quiera que volvamos a ese lugar.
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