12 años pasaron para volver a encontrarme con la flaca, apodo que de inmediato me trae a la cabeza la canción de Jarabe de Palo, con la diferencia de que no daría lo que fuera por uno de sus besos. Es una gran amiga.
Una jarra de cerveza nos soltó la lengua y tratamos de actualizarnos en todo lo que ha pasado en nuestras vidas en ese tiempo. Al final, como suele suceder, las historias sobrepasaron a la bebida, y mientras caminábamos con unas fastidiosas gotas de lluvia que nos golpeaban la cabeza, no encontramos ningún lugar abierto, para esperar concluir una de esas charlas que no tienen fin.
Era Jueves, o Juernes como a veces se le dice tontamente, pero el sector por el que caminábamos parecía un pueblo fantasma. De seguro nos faltaron muchos temas por tocar, pero me gusta cuando uno vuelve a ver con una persona después de mucho tiempo, y parece que tan solo hubieran pasado un par de horas dese el último encuentro.
Todavía no logro ubicar en mis recuerdos esa parranda vallenata en su apartamento, al que no le cabía una persona más, pero, a futuro, vislumbro más jarras de cerveza con ella.
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