A María la conocí en el matrimonio de un amigo. ella se ubicó en el asiento detrás de mi en la capilla y yo a cada rato torcía la cabeza. Me la pase mirándola durante toda la ceremonia. Cuando llegamos al salón de la fiesta, María se sentó justo a mí lado. Tiempo después me confeso que lo había hecho a propósito, pues quería ver si después de tanta miradera le iba a hablar o no.
Y claro que hablamos. Esa noche nos la pasamos todo el tiempo juntos, y a la siguiente semana la invite a salir, siguiendo el consejo de la esposa de un amigo: "El contacto debe ser unos tres días después de haberla conocido", me dijo. Esa vez traicione mis principios y seguí ese consejo, pues nunca he creído en esas tácticas de indiferencia y demás, sino más bien que uno debe hacer lo que siente o lo que se le de la gana, dos posturas que no siempre coinciden. En ese momento quería que todo saliera bien con ella, y estaba dispuesto a agarrarme de cualquier par de palabras de aliento, por más ridículas que fueran.
María practica la religión cristiana. Me enteré de eso en nuestra primera cita; no le di importancia y nos embarcamos en una especie de relación que duro unos 4 meses.
Dejamos de vernos cuando ella quiso que la empezara a acompañar a las reuniones de su iglesia. Recuerdo que, la última vez que salimos, triste, le dije: "Tu me gustas mucho, pero no hay chance alguno que yo practique tu religión".
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