En el colegio, en primaria, ya no recuerdo en qué grado, teníamos una clase de biblioteca, es decir, nos llevaban a ese lugar y nos dejaban escoger lo que quisiéramos para leer. No creo haber seleccionado una gran novela u obra de literatura en ese entonces, de pronto, lo único que le hacia falta a tanta libertad literaria era que alguien nos recomendara qué leer.
Una vez me encontré un libro pequeño, que contaba la historia de un niño que iba al colegio. No sé por qué pero me engancho mucho, me imagino que como muchas otras veces me sentí identificado con la historia y su protagonista. Después de terminarlo, lo releí un par de veces. Otro día, en la misma clase, me di cuenta que Juan Miguel, un compañero, buscaba en los ficheros con ansias; Le pregunté qué y me dijo que no sabia, que quería leer algo chévere pero no encontraba nada. Le recomendé el libro que me había leído y cuando lo terminó me contó que le había gustado mucho.
A mi, en cambio, me ha ido mal con las recomendaciones de libros que me han hecho. Una vez, en una librería independiente, esas con ínfulas de no comercial, uno de los libreros me recomendó un libro. Era una novela histórica sobre una operación de la segunda guerra mundial. No soy fan de ese tipo de literatura, pero él me aseguró que era lo mejor que había leído en el año y que no tenía pierde, así que decidí darle una oportunidad. Casi no logro terminarlo.
Ese mismo día cuando iba a pagar en la caja, un viejo con un bastón preguntaba si conocían alguna novela con una historia acerca de la guerra de los balcanes. No pude evitar meter la cucharada en la conversación para recomendarle "El Chelista de Sarajevo". El señor me contó que quería leer algo relacionado con ese suceso, pues había hecho un viaje a Bosnia con su esposa el año pasado. Ojalá le haya gustado mi recomendación.
Recomendar libros, o cualquier cosa, es muy difícil, pues solemos recomendar lo que nos ha gustado, eso que nos impactó, nos marcó por alguna razón especial, y para el caso de los libros tal vez es una tarea sin sentido, pues como dice la frase de Edmund Wilson: "No hay dos personas que hayan leído el mismo libro". A cada quién dependiendo de su experiencia, recuerdos, estado de ánimo, etc. una historia lo afecta completamente diferente que a otra persona.
Tal vez las recomendaciones funcionarían si lográramos ponernos en los zapatos del otro para intentar averiguar que siente, preguntarse ¿si yo fuera esa persona que me pide la recomendación, qué tipo de libro es el que busco y por qué?.
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