Con Small talk los gringos se refieren a esas conversaciones sobre cosas que no son importantes entre personas que no se conocen bien. Todos, a veces, somos buenísimos para ese tipo de charla cuando lo mejor sería quedarnos callados. Hablamos sobre el clima, el tráfico, la noticia del momento y cualquier otro tema fofo que que le apunte a conversaciones ligeras.
Un fin de semana llegué a un café y me puse a leer. Al rato llegó un grupo compuesto por 8 personas: 5 mujeres y tres hombres, dos de ellos abrieron sus computadores y le dijeron a la mesera: "vamos a almorzar, pero primero vamos a trabajar un rato".
Una rubia del grupo que me recordó, por el color de su pelo, a Glorfindel the golden haired, uno de los elfos más poderosos de la Tierra Media, sostenía en sus manos unas hojas que, al parecer, eran conclusiones y comenzó a leer en vos alta su contenido.
Alcancé a escuchar que la discusión se centraba mucho en temas como la libertad y la responsabilidad. En un momento la pariente de Glorfindel leyó fuerte y claro: "La religión y el esoterismo eliminan la responsabilidad". Me imagino que hacían referencia a lo fácil que es para nosotros, achacarle los eventos que no entendemos a nuestras creencias solo porque sí.
Me interesó su discusión pues todos participaban activamente y se notaba que tocaban los temas de manera profunda. Dejé de ponerle atención al grupo, pues me era difícil escuchar claramente que decían, y muchas de las cosas que dijeron me dio pereza analizarlas.
Hay una frase del poema "La Invitación" de Oriah Mountain Dreamer que dice: "Quiero saber qué es lo que te sostiene a ti, desde adentro, cuando el resto de cosas se desmoronan".
Eso, quizá, nos hace falta al momento de conversar, intentar escarbar un poco en nuestras palabras y en las del interlocutor, con el fin de averiguar sobre esos temas que nos apasionan y mueven en la vida.
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