Ramos me dice que Jiménez, un amigo en común, le cae bien pero que es bien raro. "¿Raro?, ¿en qué sentido?" le pregunto. Me cuenta que lo considera algo resentido y que no le agradan mucho sus posturas políticas, pero pues la vida consiste más en estar en desacuerdo que de acuerdo con las personas; de lo contrario nuestra existencia sería completamente aburridora, pues no existirían los antagonistas, esos personajes esenciales para que las historias tengan y desarrollen un buen conflicto.
"Raro", según la RAE es un adjetivo para calificar un comportamiento inhabitual, definición que me ubica nuevamente en ese mundo de fantasía donde todo marcha a la perfección y las actitudes de las personas no nos incomodan. ¿Quién carajos define qué es habitual?
Al cumplir la mayoría de edad en ese mundo, a todos los habitantes se les entregaría un manual de comportamiento en el que está perfectamente detallado, con infinidad de artículos que comienzan con el título"Cómo hacer inserte aquí lo que sea", qué hacer las 24 horas del día. Sería un Manual de urbanidad de Carreño versión 2.0, con todas las actualizaciones necesarias para el estilo de vida caótico y repleto de incertidumbre que llevamos hoy en día.
Yo también creo que Jiménez tiene uno que otro video raro en su cabeza pero, ¿quién no?.
"En fin cada loco con su tema" le digo a Ramos. "Si, total, es una buena persona, me cae bien" concluye".
"En fin cada loco con su tema" le digo a Ramos. "Si, total, es una buena persona, me cae bien" concluye".
"De acuerdo, igual todos tenemos nuestros rayes"
"Si, yo tengo mis rayes" responde sincero.
Los rayes, mientras no atenten contra otras personas y, de ser necesario, se queden en el mundo de las ideas, son necesarios, pues son los que al final nos quiebran y permiten que nuestra humanidad brille entre toda la basura que deseamos proyectar.
Bien lo dijo Hemingway: "Todos estamos rotos; esa es la manera en que la luz entra".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un comentario a $300 dos en $500