Algunas personas contamos con un sistema interno de amortiguadores que le evitan al cerebro, captar cualquier tipo de sacudida que experimente la tierra. Esto imagino, es bueno, pues no permite que se sientan los temblores.
Lo malo de la situación que describo es no poder hacer parte de esa histeria colectiva posterior a ese tipo de eventos. Hoy, en un grupo de Whatsapp, varios preguntaron que si todos nos encontrábamos bien. "Fulanito no contesta" dijo uno. "Ya hable con él y todos están bien" respondió alguien, mientras que otros escribían mensajes de lo duro que había sido y en donde los había agarrado. Yo escribí un comentario más bien flojo, tipo chascarrillo, en el que nadie reparo, pero claro, lo importante es el temblor y la manera en que se experimentó, el resto de temas, lo que sea, puede esperar, pero bueno, tal vez mi chiste si estuvo muy malo.
Luego, a lo largo del día, todos llevamos un nuevo lugar común en forma de interrogante en nuestras cabezas :"¿Sintió el temblor?". Supongo que es interesante cuando alguien responde: "Si claro, iba camino a tal parte, cuando de repente.... bla bla bla", pues las historias, para todos nosotros, son como una droga, pero ¿De qué van a querer hablar las personas cuando alguien les responda con un tajante y frío "no, yo no sentí nada"?
Así no haya sentido el temblor, de todas maneras he tratado de estar lo más atento posible a cualquier otra sacudida de la tierra el día de hoy. ¿Cómo saber, por ejemplo, que el temblor de la mañana, es solo el abrebocas del fin del mundo? Cuando salí a la calle, anduve con cuidado, atento a cualquier grieta en el suelo que, con una nueva sacudida, podría convertirse en un abismo por el que varios caeríamos.
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