En enero fue la última vez que monté en avión. Ese día el vuelo experimentó bastantes turbulencias. Afortunadamente nunca le he tenido miedo a esa experiencia ni he pasado ningún susto. Conozco una persona a la que le da pánico volar y cuando no le queda otra opción, prácticamente se tiene que dopar para dormir la mayor parte del vuelo.
Según el consejo nacional de seguridad de Estados Unidos, es mucho más probable que uno muera caminando por la calle, al montar en motocicleta, carro, bus o bicicleta que en un accidente aéreo. La probabilidad es de 1 entre 8 millones, es decir, si una persona abordara un vuelo, de manera aleatoria, todos los días, llegaría a tener 21.000 años antes de morir en una tragedia aérea.
Parece que las cifras están de nuestro lado, pero el hecho de que la probabilidad no sea igual a cero no deja de inquietarme.
Después de que uno se sube al avión, ubica el puesto y acomoda la maleta en el compartimiento que está encima de las sillas, llega ese momento previo al despegue en el que se encienden las pantallas ubicadas en el espaldar de las sillas. ¿Para decirnos qué? Donde están las salidas de emergencia, que hacer en caso de que el avión caiga en medio del mar, suponiendo que no nos hayamos desintegrado en mil pedazos; la posición que debemos adoptar en caso de impacto y cómo utilizar las mascarillas de oxigeno una vez que estas caigan como por arte de magia del techo; en resumidas cuentas puras indicaciones sobre qué hacer en caso de accidente.
Siempre intento distraerme mirando la revista del mes que trae artículos interesantísimos, pero la voz del video se ejecuta en mi cerebro en un segundo plano. Así que de tantas veces que la he escuchado, ya más o menos tengo claro que es lo que debo hacer en caso de tragedia aérea.
De todo esto hay algo que no me cuadra y que creo aumenta mi aversión a ponerle total atención al video. Si uno se fija bien en las imágenes de este, salen unos muñecos animados con movimientos de robot, en actitud de completa calma. mientras una mujer, con una parsimonia admirable, le pone la máscara a un niño pequeño sentado a su lado para después ponérsela ella misma. Es así que en medio del caos, digamos, de un avión cayendo en picada, no se ven maletas volando por los aires y sus gestos de los muñecos no reflejan ningún tipo de angustia (¡Hp! nos vamos a morir)-
Es muy probable que si el video fura fiel al momento, varias personas dejarían de montar en avión, pero las que lo siguieran haciendo e engancharían de inmediato con el drama del video y se aprenderían a la perfección todas esas instrucciones.
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