La dos palabras hacen buena pareja, ¿cierto? Creo que la forma en que se deslizan por la boca al pronunciarlas deja un buen sabor. Quizás es un efecto que me produce el hecho de que tengan varias sílabas, la repetición de consonantes en ambas o que aplican como título para una novela o poema.
De pronto no sean las apropiadas para lo que quiero contar, ¿cuántas veces seleccionamos las palabras que no son? A veces resulta difícil dar con las indicadas para expresar como nos sentimos.
Después de vaciar mi alcancía de libros, hoy visite la Feria del Libro. Luego de ingresar a un primer pabellón me sentía algo extraño, no sé, revisaba los estantes con desgano, tal vez, como siempre, abrumado por la cantidad de libros y ese ligero aire de ansiedad, al pensar que entre los libros que voy a comprar, me va a hacer falta uno que por alguna razón no vi y que podría cambiar mi vida.
Nunca asisto con una listado de libros en mente, sino que voy escogiendo los que me hacen sentir algo apenas los veo. Discrepo entonces de ese viejo refran de: "nunca juzgues un libro por su portada", pues es lo primero que hago (Como ya escribí hace un tiempo, tengo una seria debilidad por los diseños de la editorial Seix Barral, que siempre me parecen apropiados).
Siguiendo la línea de sensibilidad, luego miro la foto del autor, a ver que me trasmite su semblante, y leo el pequeño resumen de su carrera en el mundo de las letras.
Por último aplico un procedimiento que, una vez me contó el escritor colombiano Juan Manuel Silva, tenía un editor: consiste en leer tres párrafos, uno del principio, otro del medio y uno de las últimas hojas, para ver cómo sentimos el estilo del autor.
De está manera fue que conocí a Millás, cuando nunca había oído hablar de él. El ritual también me gusta mucho pues es una apuesta abierta a la serendipia, que tiene mucho de incertidumbre y casualidad.
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