Camilo Lara tiene las manos ensangrentadas, y el cuerpo que yace en el piso más que atormentarlo, le incomoda.
Lara es un no escritor de renombre. Nunca ha publicado una novela, pero siempre imagina entrevistas en las que le preguntan en qué está trabajando; “en mí próximo best-seller” les responde a esos periodistas imaginarios que lo acosan a la entrada de su edificio.
A pesar de no haber publicado nada, está convencido que su primera novela va a sacudir los cimientos de la literatura, que va a ser un texto con todas las características de un clásico, pero al mismo tiempo una obra contemporánea, apta para todos los gustos. Lara está convencido de que su obra va a ser aclamada por diferentes públicos, críticos y esferas literarias.
Cómo no-escritor, se ha hecho un nombre en redes sociales, y miles de personas siguen su futuro éxito. Algunos lo tildan de loco y otros tienen cierta curiosidad y especulan sobre esa obra secreta que lleva años no escribiendo.
Lara, abogado de profesión, aunque no parezca, si tiene todas las intenciones de escribir una novela. De un tiempo para acá combate su proceso y renombre como no escritor y por fin cree que ha dado con un tema que le va a permitir comenzar a escribir.
Hoy, en una reunión con unos colegas conoció a una mujer con la que conversó por un largo rato.
Resultó ser que la mujer también era aspirante a novelista y, al igual que Lara, se encontraba escribiendo su primera novela. Lara, que se sentía bicho raro en esa reunión, entablo una rápida camaradería con la mujer, Carolina se llamaba, y finalmente decidió preguntarle sobre qué era su novela.
A diferencia de él, la mujer no tuvo problema alguno, en contarle detalles de la trama, que consiste en un hombre que se encuentra encerrado en un cuarto, “¿un prisionero?” preguntó Lara. “Aún no he solucionado ese aspecto, primero quiero concentrarme en el personaje, cuando sepa quién es, qué le gusta, por qué actúa como actúa, la trama se ira desenvolviendo solita”, le respondió ella.
El cuarto en el que se encontraba, o mejor se encuentra, pues Lara imagina que algunas páginas ya están escritas, el sujeto que protagoniza la novela de Carolina, está repleto de libros y la clave para su escape se encuentra en las páginas de diferentes clásicos de la literatura. Así le había dicho ella.
Lara la escuchó con paciencia al tiempo que sentía como comenzaba a sudar frio. Después de un rato y a causa de varias copas de vino en la cabeza Lara le propone a la mujer que si van al baño. Ella, que primero se hace la difícil, finalmente acepta y lo sigue, pues Lara también le atrae y es de los pocos hombres que se ha aguantado la explicación de su novela.
Ya en el baño comienzan a besarse apasionadamente, la mujer se quita todas las prendas superiores y deja al descubierto dos senos redondos que desafían a la gravedad. Lara la toma de la cintura y pone una mano detrás de su cuello, mientras se besan, Lara abre los ojos, traicionando ese acuerdo tácito de ojos cerrados entre dos personas cuando se besan, y se distrae con el reflejo de los dos cuerpos en el espejo que se baten en una lucha de pasión.
Cuando Carolina comenzó a quitarse la falda Lara la toma por el pelo y estampa su cabeza contra uno de los lavamanos. Nadie en este mundo tenía derecho a robarle la idea para su primera novela.
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