En Marzo 8 de 1941 Virginia Woolf escribe su última entrada en el diario. Desde que comenzó a llevarlo, estaba convencida que el hábito de escribir, así sólo fuera para sus propios ojos, era una buena práctica que, sin importar las fallas y los tropiezos involucrados en el proceso, aflojaba sus ligamentos.
Disfruto escribir: Creo que soy una observadora honesta.”
Por lo tanto, el mundo continuará proporcionándome emociones
así pueda o no usarlas”.
El diario de un escritor 1918-1941
Ese día como en muchas de las otras entradas no tocó un tema preciso, sino que trato diversos temas. Citó, por ejemplo, la frase “observar perpetuamente” de Henry James y contó: “Mi propio cerebro, aquí, es un completo colapso nervioso en miniatura.”
Luego dice que, entre sus 50 y 60 años, escribirá libros muy peculiares, si llega a estar viva. Europa está en guerra y el estado de los eventos es algo que la ha afectado bastante. Woolf era brillante e imagino que si podía escribir con tanto sentimiento y lirismo era porque tenía una sensibilidad única, y la cotidianidad, buena o mala, la afectaba profundamente, pero ese ¿don, castigo?, pudo haberla conducido hacía su depresión.
20 días después de esa entrada en su diario le deja una nota a Leonard, su esposo:
"Me siento segura de que estoy enloqueciendo de nuevo. Siento que no podemos atravesar otro de esos terribles tiempos, y no me voy a recuperar en esta ocasión. Empiezo a escuchar voces y no me puedo concentrar. Así que estoy haciendo lo mejor que se puede hacer. Tú me has dado la mayor felicidad posible. Has sido, en todos los sentidos. todo lo que cualquiera podría ser. No creo que dos personas podrían haber sido más felices hasta que esta terrible enfermedad llegó. No puedo pelear más. Sé que estoy estropeando tu vida, que sin mí puedes trabajar, y lo harás, yo sé. Ya ves, no puedo ni escribir esto apropiadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que debo toda la felicidad de mi vida a ti"
Que palabras tan tristes. Reflejan toda la lucha interna que libraba en su interior, toda la energía que utilizó para combatir su enfermedad.
Luego de escribir esa nota, Woolf salió a caminar, llenó con piedras los bolsillos de su vestido y se sumergió en un río. Su cuerpo fue encontrado tres semanas después.
Fue cremada y sus restos fueron enterrados debajo de uno de los dos olmos entrelazados en su patio, a los que ella había apodado “Virginia y Leonard”. Él marcó el lugar con una lápida en la que escribió las últimas líneas de su novela “Las Olas”:
“¡Contra ti me lanzaré, entero e invicto, oh Muerte!»
Las olas rompían en la playa.”
- Las Olas -
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