jueves, 26 de octubre de 2017

La vaina esta jodida

“La vaina esta jodida, Conejo.”

Con un suspiro al final, eso le dijo una vez Mauricio Lleras, librero y fundador de la librería Prólogo, a Edgar Blanco, su similar de la hace poco clausurada Madriguera del Conejo. El segundo debido, supongo, a la cercanía de ambas librerías en ese entonces, había pasado a visitar al primero; imagino, también, que para hablar sobre cómo iban sus negocios y, en especial, sobre uno de los puntos de apoyo sobre el que siempre han girado sus vidas: los libros. 

En esa ocasión yo acababa de llegar a la librería de Lleras y, apenas me disponía a entregarme al sencillo placer de hojear libros, capté ese fragmento de diálogo, justo antes de la despedida y apretón de manos de estos paladines de los libros y la lectura. Desde ese día la frase se me quedó grabada y le daba varias vueltas cada vez que me acordaba de ella: ¿Sobre qué estaban hablando?, ¿qué vaina estaba o está jodida?, ¿Se van a acabar las librerías?

Ese pensamiento sobre ese terrible escenario, que no deja de generarme algo de angustia, se alumbró de nuevo en mi cabeza, cuando leí la noticia sobre el cierre de la Madriguera del Conejo; el negocio de las librerías independientes está jodido, pensé. 

Es un tema difícil, ¿a quién culpar, al pobre índice de lectura en nuestro país?, ¿al alto precio de los libros? no tengo la repuesta. Lo ideal sería que el grupo de personas que conocemos: amigos, familiares, enemigos, pareja, les gustara leer; además de eso que fueran también ese tipo de románticos que huyen de los formatos digitales, pero ¿qué podemos hacer si no es así, si la lectura nunca los cautivó, rara vez cogen un libro y prefieren hacer cualquier otra cosa antes que leer? Bonito sería encontrarnos en un escenario como el de Urueña, un pueblito español que sólo cuenta con doscientos habitantes y once librerías, más que su número de bares. 

Quizás el caos de las grandes ciudades, acompañado de nuestro agotador estilo de vida, es lo que juega en contra y sentencia a las librerías independientes. De pronto con más tiempo libre y menos afanes, la gente le daría una oportunidad a la lectura. 

Ver cómo, poco a poco, esos espacios que le apuestan a los libros y la literatura no resisten los embistes del mundo moderno, debería preocuparnos de alguna manera. ¿Será que todas van a “caer”?

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