sábado, 18 de noviembre de 2017

Asaltantes

Es una pareja, al parecer, dispareja en edad. El hombre, con muchas canas, bien podría ser el padre de la mujer rubia, que lleva el pelo corto, un pantalón negro ceñido, tenis del mismo color y cara con un gesto agrio, como si la existencia le supiera feo.

Los novios, amantes, padre e hija, agentes secretos, asaltantes; las combinaciones resultan alarmantes, se sientan en la mesa de al lado y no conversan. Si lo hacen, es a través de un lenguaje de miradas que solo ellos conocen.

El hombre comienza a hojear una revista y la mujer a mirar su teléfono celular. Continúan sin decir nada, excepto ese intercambio de miradas que quién sabe que cantidad de información contiene.

El mesero los saluda y les entrega las cartas. Sin haber recibido la suya, la mujer dice que por favor le traigan una porción de papaya. También Ordena dos tintos. “Por favor bien cargaditos” dice ahora. El hombre que la acompaña muestra desinterés en la dinámica de ordenar platos; la mujer podría ordenarle un café con cicuta y se lo tomaría sin problema. Pero el veneno no está disponible en la carta, aunque recordemos que pueden ser agentes secretos y la mujer lo lleva en un frasquito en algún compartimiento secreto de la chaqueta que lleva puesta.

“Por favor que los cafés queden bien cargaditos” dice ahora. “Ok, ya mismo se los traigo”. “Pero, ¿no nos a tomar la orden de una vez?” responde la mujer en un tono que evidencia ganas de cachetearlo. “Si claro” responde apenado.

Antes de que el mesero, quien pienso le vas a escupir en sus platos en respuesta a la actitud agria de la mujer, se vaya, la mujer le pregunta: “¿Cuántos meseros hay hoy?. “siete” responde el hombre como si estuviera en una evaluación oral. “y cuántas mesas son?”. “dieciocho”.

Un rato después, el mesero llega con las bebidas que ordenaron, la mujer prueba su tinto y le dice, “noooo, se fueron para el otro lado, ahora quedó muy cargado, ¿me puede traer agua caliente por favor?. El hombre que los atiende evita el contacto visual y responde: “con gusto”. 

La mujer dice: “Casi 2 meseros por mesa”, soltando el pensamiento en voz alta, “18 mesas”, concluye. Me extraña su obsesión con los cálculos y el tema de los meseros y mesas, definitivamente deben ser asaltantes.

Luego de que les traen lo que ordenaron, comen muy deprisa, y el hombre por fin habla, menciona algo relacionado con un comercial de un banco, que le vino a la memoria por algo que vio en la revista.

Piden la cuenta, pagan y dejan el lugar. Al rato me voy, Quién sabe para que día y hora están planeando el golpe al lugar

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