“Quiero que el texto sea parecido al de la “Mujer inesperada”, me dice un hombre, al que no le puedo ver la cara; está ahí, justo enfrente mío, pero me limito a escucharlo, como si yo fuera ciego. “Bueno”, le respondo. No recuerdo haber escrito nada con ese título, así que le pregunto "¿dónde lo leyó?". Ahora no pronuncia palabra, pero me hace entender a través de telepatía, supongo, que fue en el blog.
Es un título que encuentro distante o, más bien, ajeno a mis pensamientos. Me pregunto cómo lo habrá relacionado conmigo. De todos modos, me gusta como suena; la palabra que lo cierra lo hace muy llamativo.
La conversación hace parte de un sueño que termina con esa escena al tiempo que abro los ojos como si el hombre me lo hubiera susurrado en el oído para despertarme. Tengo la sensación de haber dormido muy profundo, a pesar de no haber cumplido con esas supuestas 8 horas de sueño reglamentarias.
Luego de dar vueltas de manera infructuosa para tratar de dormirme de nuevo, me quito las cobijas y con pereza, casi reptando, me siento en el escritorio, prendo el computador y busco ese archivo, el de la mujer inesperada. No aparece nada, solo uno que hace referencia a “La Mujer Loca”, una novela de Millás.
Otra vez pienso en la ridiculez esa de las señales. Hace poco una prima soñó que la llamaban para un trabajo, ¿quién? Seguro alguien sin cara, parece que a esos personajes les gusta aparecerse en los sueños. Ese mismo día, en la tarde, la llamaron para ofrecerle el trabajo que le habían mencionado en el sueño, que susto, ¿cierto?
“La mujer inesperada” pienso, es un título sugestivo. Intento visualizar a esa mujer, y descifrar qué la hace inesperada, pero es mi primer encuentro con ella y es una total desconocida.
Realizo una búsqueda; parece que nadie ha escrito una novela con ese título todavía, por eso lo de las señales, de pronto ese misterioso personaje sin cara me sopló el título de mi primer texto literario de largo aliento: “La mujer inesperada”.
Le he dado vueltas a las tres palabras, y al personaje que encierran, todo el día, a ver si logro dar con algún atisbo de trama, algo, lo que sea, por lo menos una situación en la que se vea involucrada la mujer, que me sirva para narrar un cuento corto o, una viñeta de vida al menos; algo por dónde empezar para destejerla, lo que sea, pero nada, la mujer le hace honor al adjetivo que la acompaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un comentario a $300 dos en $500