sábado, 5 de mayo de 2018

Desayuno

El protagonista de la novela “Ese dulce mal” de Patricia Highsmith, vive en una pensión. El narrador cuenta que al personaje le parece una falta de respeto, con el resto de los inquilinos, leer un libro durante la hora de la comida, y por eso realiza esa actividad al momento del desayuno. 

Una jefe que tuve, quien en ese entonces vivía con su mamá y un hermano, una vez me contó  que le molestaba de sobremanera que alguien le hablara durante el desayuno. Según ella el momento de la mañana en la mesa no era para hablar; “Que estrés eso”, me dijo en esa ocasión. “¿Y nadie habla ni dice nada al momento del desayuno?”, le pregunté, y me respondió que no, que ese ya era un acuerdo tácito entre todos los miembros de la familia. 

A mí tampoco me gusta conversar en los desayunos, pero no porque me moleste que alguien me dirija la palabra, sino porque es un momento contemplativo del día, uno de los únicos, junto con el tiempo que paso en la ducha, en el que me parece que se puede pensar con cabeza fría todos los asuntos que por una u otra razón dan vueltas en la cabeza. 

Pero ya ve, estimado lector, cada quien, en la ficción y/o la realidad, con sus rituales y manías al momento del desayuno.

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