miércoles, 20 de febrero de 2019

Prueba y error

Esto va a ser una prueba, ¿o un error?  ¿Acaso la vida no es lo uno o lo otro?

Por más ordenada que parezca, estamos sujetos a que todas nuestras acciones sean prueba y error, a intentar, y mirar si las cosas funcionan, ¿qué cosas? Pues las cosas. Que fea es esa palabra o, más bien que simplista, aunque Peor aún sería escribir: “cosas, etc.” que cantidad de ambigüedad contenida en solo dos palabras. 

Cuando digo que esto es una prueba y error, me refiero a estas palabras, pues creo que van a resultar siendo un puñado de ideas desordenadas, sin aparente conexión, pero ya lo he dicho, y aunque no pueda probarlo ni lo entienda, todo, todas las cosas, digamos,  están conectadas de extrañas maneras en esta vida, y nosotros, ciegos, cortos de entendederas, no las vemos o no las comprendemos. 

No entiende uno, por ejemplo, por qué personas que uno frecuentaba desaparecen de un momento a otro de nuestras vidas. Volteo mi cabeza hacia la derecha y en mi biblioteca veo un libro que se llama “Narrative Impact”. Lo voy a abrir en la página 98 y voy a leer la línea # 5, y ahí va a estar contenida la respuesta a ese interrogante; ¿por qué?, porque sí, porque ajá, porque etc. Dice así: 

“It has increasead it’s ability to mimic the sensory qualities of other media” 

No encuentro la repuesta a mí pregunta por ningún lado. Ojalá pudiera sacar muchas conclusiones acerca de esa frase, pero no se me ocurre ninguna. De pronto estoy equivocado en eso de que todo está conectado y el experimento de la frase aleatoria para solucionar dudas, es una invitación a que deje todo tipo de misticismo de lado, y que la única señal sólida, cierta y clara es el Pare de color rojo que hay en la esquina donde termina la calle que queda enfrente de mi edificio. 

Se me ocurre que es difícil analizar la frase porque no conozco cuál es el contexto del que hace parte y, como por decir algo sobre las personas que nos dejan de hablar, eso es lo que debe pasar, es decir, desconocemos cuál es su contexto actual y, en nuestras ínfulas de importancia, nos empeñamos en creer, a la ligera, que quieren evitarnos, mientras lo que en verdad ocurre es que no tenemos claro el contexto, ese gran cuadro en el que apenas somos una mancha. 

Ahora pico unos trozos de papaya. Miro los pedazos de fruta, anaranjados y jugosos, detenidamente, pero en ellos tampoco encuentro la respuesta sobre aquellos que desparecen de nuestras vidas, pero es que es obvio, solo es una fruta; entonces opto por pensar en lo más fácil: “Dar papaya”. Puede ser que también se trate de eso, de que esas personas, llamémoslas “los que se fueron”, creen que nos dieron papaya y, de cierta forma, se sienten abusadas. Como las amistades también son una cosa, también les aplica la Prueba y error. 

No dejo de darle vueltas al asunto, la cosa. “Prueba y error, prueba y error”, me repito. Creo que lo mejor que puedo hacer es ponerme a leer, actividad que, en vez de despejarme la mente, me la ocupa con otras preguntas.

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