En este día del libro, Rindámosle una especie de homenaje a ese adminículo que nos ayuda, de cierta forma, a no perder el hilo de una lectura.
Es un elemento importante al que, a los que nos gusta leer, le guardamos un gran aprecio. Cuando era pequeño, siendo en ese entonces un lector esporádico, me parecía un sacrilegio que mi hermana mayor por practicidad, comodidad o lo que fuera, doblara la esquina de la página de un libro para marcar en donde iba su lectura.
Me parece que se siente bien, y es hasta un acto poético, aquel momento en que uno termina de leer cuando, digamos, los ojos se nos empiezan a cerrar, tomamos el separador y lo metemos entre el libro.
Los míos están arrumados en uno de los niveles de mi biblioteca, y el tamaño del morro, me gusta esa palabra, aumenta de a uno o dos, cada vez que compro un libro.
Aunque son varios siempre suelo utilizar el mismo, uno de imán que en una de sus caras tiene una caricatura de Virgnia Woolf. Ese, por ejemplo, me lo “robé” un día que solo estaba de visita en Bookworm y no compré ningún libro.
“The way to rock oneself back into writing is this.
First gentle exercise in the air. Second the reading of good literature.
It is a mistake to think that literature can be produced from the raw”
- Virginia Woolf, A Writer’s diary -
Tengo dos de la Lerner. Creo que los obtuve en diciembre del año pasado cuando me obsesioné por comprar un libro de Clarice Lispector. Acompañé a mí hermano a una vuelta en Unicentro, y en la Nacional no tenían ninguno de esa autora así que llamé a Wlborada y en la casa de la patrona de los libros si tenían el que estaba buscando: Felicidad Clandestina. De camino a la librería, se me cruzo la Lerner y decidí bajarme ahí. Allá no tenían ese, así que me al final me lleve En Estado de Viaje, una recopilación de cartas, notas y crónicas de la escritora.
“Estoy leyendo bastante, estoy intentando llegar a través
de los libros a una conclusión sobre las cosas, que me parecen
más confusas que nunca”
- En estado de viaje –
Tengo uno que me trajo una amiga de Guatemala muy bonito, tejido en hilos de diferentes colores. No recuerdo si cuando me lo dio me regalo un libro, pero me gustan mucho sus regalos cuando llega de viaje, pues casi siempre son libros de autores que no conozco, originarios de los lugares que visita.
Otra amiga me regalo uno de El salvador. Una tablita de madera con un dibujo de montañas, pájaros y mariposas con colores muy vivos. Da algo de alegría mirarlo y sostenerlo en las manos.
Otro es del Hay Festival del 2016, la primera vez que fui a ese festival. La mayoría son como ese, muy sencillos, como un trozo rectangular de algún material solido y flexible a la vez, que llevan mensajes provocativos: ¡Prueba a leer cuando no toca! Lee lo que quieras, pero lee; leer es mi estilo; Leer es la clave; Coma, duerma, lea; entre otros.
Los más internacionales, por decirlo de alguna manera son: uno de imán que me trajo mi hermana de Alemania con una silueta de la fachada de la Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis-Kirche , y otro que tiene una frase que dice algo como: leer libros significa ir de excursión a mundos distantes en las habitaciones, bajo las estrellas.
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