Estoy cansado, razón por la cual escribo sobre eso, por pura pereza, o bien, cansancio; un cansancio que me dice al oído que no me preocupé en buscar otro tema al cual pueda arrancarle unas cuantas palabras.
Sería buenísimo, por ejemplo, tener el estilo de vida de Murakami, en otras palabras, ser un escritor de tiempo completo y, obviamente, tener su misma capacidad de producción de novelas.
Murakami se cansa, pero se cansa, aparte de sus rutinas deportivas, escribiendo:
“The whole process–sitting at your desk, focusing your
mind like a laser beam, imagining something out of a blank horizon,
creating a story, selecting the right words, one by one, keeping the
whole flow of the story on track–requires far more energy,
over a long period, than most people ever imagine.”
- What I talk about when I talk about running –
De pronto lo que también puede cansar al momento de sentarse a escribir algo, es no tener ningún tema a la mano. A veces dedico una porción de tiempo del día a pensar sobre qué voy a escribir, y si encuentro el disparador adecuado: Una frase, una imagen, un recuerdo lo que sea, el texto va apareciendo con facilidad, y lo tengo que anotar en algún lado: las notas del celular, un mail que me auto-envío, mi libreta, donde sea, pero otras veces la rutina me absorbe y llego al punto en el que estaba hace un momento, cansado y sin tener ni idea sobre qué escribir.
Cuando eso me ocurre, pienso si tengo algún escrito reciclado en alguna carpeta del computador. Recuerdo que alguna vez empecé a escribir uno sobre Kim Young Un, de esa época en la que se quería dar en la cabeza de tu a tu con Estados Unidos. Ya no recuerdo porque no lo terminé de escribir, seguro fue por pereza o por cansancio. Una vez intenté retomarlo, pero no le vi futuro y ahí se quedó, ahí seguirá, y quien sabe si algún día, en el que no esté cansado, le ponga el punto final que, digamos, se merece.
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