Estoy en una de las barras de la cafetería de un supermercado. El lugar está lleno y quedan muy pocos puestos disponibles. Hay mucho movimiento; los que estamos ahí tenemos como afán de comprar algo de comer, sentarnos a devorarlo y seguir con nuestras vidas, no hay tiempo que perder, que extraños somos. La velocidad de la escena se complementa con sonidos de cubiertos que se estrellan contra platos de cerámica muy blancos y pitos de cajas registradoras que abren sus fauces para engullir el dinero de los comensales.
A mi lado derecho un hombre hojea con desgano dos revistas de noticias de la farándula criolla que, al parecer, alguien dejó olvidadas. El hombre pasa varias páginas y cada cierto tiempo se detiene en alguna, la lee por encima y repite la tarea. Deja esa actividad para mirar la hora en su reloj, y luego toma la otra revista para continuar haciendo lo mismo
En una mesa a mis espaldas se encuentra una pareja. No alcanzo a escuchar de qué están hablando, pero por los picos de volumen en su conversación parece que tratan un tema serio. La mujer tiene el pelo rubio quemado y un saco de lana blanco.
Después de un tiempo otro hombre ocupa un asiento en el lugar de las revistas. Noto cierto tufo de alcohol y volteo a mirarlo. Lleva una camisa polo verde, un chaqueta de gamuza café, y sostiene un vaso con tinto en su mano derecha. Mira nervioso para todos los lados, agarra una de las revistas, pero ni se molesta en mirarla y la suelta al instante.
La mujer del saco blanco y pelo del color del sol al atardecer se pone de pie para ir al baño. El hombre que está a mi lado decide hablarle a su pareja: “¡Caballero, caballero! A ella—dice mientras señala en la dirección que tomó la mujer—quiérala, se ve que es una buena mujer. Y sé feliz”, concluye.
“Caballero, le voy a pedir el favor que se retire”, le dice ahora un guardia de seguridad del supermercado al hombre que acaba de dar el consejo.
“No se por qué”, refuta, mientras abandona el lugar farfullando palabras incomprensibles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un comentario a $300 dos en $500