A veces utilizo la aplicación de notas del celular. Suelo anotar títulos de libros que me interesan, palabras sueltas, y temas sobre los que se me ocurre escribir, porque una imagen o algo que escuché, me llamo la atención o me generó alguna emoción en un momento determinado.
La mayoría de las notas quedan ahí, como apuntes sueltos, pues olvido que las anoté y nunca las vuelvo a revisar. Tengo una, por ejemplo, que dice “Warszawska Street”, una calle de una ciudad polaca, que no sé por qué me llamó la atención.
Otra trata sobre Kenneth Morrison, un profesor de historia moderna y Martin Bell, un corresponsal de la guerra de los Balcanes. Imagino que tomé nota de esos nombres, mientras escribía una de las primeras versiones de un cuento sobre el francotirador Croata Radiša Dobrilo, nombre que luego cambié por Nikolče Drangov, por las diferentes connotaciones que tenían los apellidos en ese lugar, en esa época.
La nota que me llamó más la atención es una que dice: Vida Frágil, Causa-efecto. Las primeras dos palabras son redundantes; bien lo dijo Joan Didion “La vida cambia rápido. La vida cambia en el instante. Te sientas a comer y la vida, como la conocías, se acaba”. Pienso mucho en eso: cómo todo se puede ir al carajo en un segundo. Pero no se me ocurre por qué razón las otras palabras, causa- efecto, están ahí.
Hoy borré un par de esas notas: direcciones y algunos libros que ya conseguí, pero dejé quietas esas que no tengo ni idea qué significan. Puede que en el futuro tome plena consciencia sobre ellas de nuevo, y se conviertan en la columna vertebral de un relato.
Dice internet, esa selva caótica llena de todo tipo de maleza informativa, que la causa y el efecto evidencian una relación entre dos fenómenos, en el que la causa produce, por favor presten atención a esta palabra, ineluctablemente el otro; el efecto, claro está.
Por eso no borro esas notas “extrañas”, porque vaya uno a saber a que efecto corresponden. Pienso que si borro alguna, es probable que me parta un brazo o una pierna, y mejor dejar las cosas como están. De pronto no necesitamos ciertas causas, y por eso es que hay tantos problemas entre las personas, pues nos convertimos en el efecto de cualquier causa, por más estúpida que sea.
¡No seamos tan ineluctables!
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