lunes, 11 de abril de 2022

Expectativa

Imagino que es mejor andar por la vida sin ningún tipo de expectativa y si algo bueno pasa celebrarlo y ya.

Con la lectura también pasa lo mismo. A veces lo mejor es no esperar nada de un libro por más que le den bombo por todo lado o existan listados sin sentido, tipo: “libros que debes leer antes de morir”.

Por lo general, las lecturas que nos “muerde y arañan”, como le decía Kafka en una carta a su amigo Oscar Pollak, y que son esa “hacha que quiebra el mar helado que tenemos dentro”, no suelen ser los best-sellers, ni los libros que aclama la crítica, sino obras que pasan desapercibidas para la mayoría de personas.

Libros que por alguna razón nos llaman la atención y nos invitan a hojearlos. Así me paso, por ejemplo, con los Articuentos Completos de Millás y El señor de los Dados.

También he leído libros con mucha expectativa, porque alguien me los recomendó, pero no me engancharon como lo esperaba.

Así me pasó con Conversación en La Catedral de Vargas Llosa que, según él, si tuviera que salvar del fuego una sola de las novelas que ha escrito, salvaría esa.

No se puede negar que la novela es tremenda en cuanto a técnica narrativa, pero por alguna razón no me conecté tanto con la lectura; de todas formas me la terminé de leer.

Hace unos años leí unas memorias tituladas “Leyendo Lolita en Irán”. El libro cuenta la historia de una profesora de literatura que hizo un club de lectura y discusión secreto, con mujeres estudiantes, en el que revisaban obras que habían sido prohibidas.

El libro me gustó, porque a medida que contaba su historia y la de las demás mujeres, analizaba diferentes novelas.

Al final el libro trae un listado de lecturas recomendadas y entre ellas estaba el Asesino Ciego de Margaret Atwood.

Con esa novela me paso algo similar que con la de Llosa: me di cuenta de que la técnica es complicadísima, pero la historia tampoco me enganchó y al final la deje de leer.

Ahora siempre hago eso, si un libro no me convence en los primeros capítulos, lo abandono. La vida es muy cortica para leer por obligación.

Otro con el que no pude fue el Péndulo de Focault de Umberto Eco. Ese me lo recomendó un amigo, y me juró que era buenísimo. Lo comencé a leer y avancé bastante (fue en esa época que solía terminar todos los libros), hasta que un día, aburrido, lo cerré y ahí lo dejé. De ese no me gustó que Eco crea que uno es tan erudito como él, y que no traduzca frases en latín y otros idiomas.

También, a veces me va mal cuando le pido recomendaciones a algunos libreros. Una vez, en Authors, uno me recomendó On the Road de Jack Kerouac. Ese sí que lo detesté.

Por eso ahora, cuando escojo una nueva lectura, evito leer reseñas o noticias sobre , para leer sin ningún tipo de expectativa.

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