Me siento en el escritorio, se me viene a la cabeza una melodía de una canción de Pearl Jam, y toco batería aérea por unos segundos. Luego, cuando pierdo el ritmo, miro para todo lado a ver si algo dispara una idea en mi cabeza para escribir, o si de pronto un recuerdo se asoma a la superficie de mi consciencia.
No pasa nada.
Me da algo de rabia mi incapacidad para generar ideas. “pues no escribo nada, ¿y qué?” pienso, y cuando estoy a punto de ponerme de pie, mis ojos caen sobre el libro de la risa y el olvido de Milan Kundera, que no tengo idea cómo llegó a mi biblioteca.
De ese autor solo he leído La Insoportable Levedad del Ser cuando estaba en el colegio y ya no recuerdo nada. Esa fue una época de lecturas tristes, podría decirse, porque todavía no le había encontrado el gusto a la lectura y entonces lo hacía más por obligación que por placer.
Hace pocos días J. me contó que ese era uno de sus libros favoritos. De pronto la vida me está diciendo que hay algo que debo aprender con ese autor y que sería bueno darle un vistazo a su obra.
Kundera, me parece, es bueno para poner títulos. Tomo el libro que apareció como por arte de magia o que de pronto alguien me regalo, pero ya no lo recuerdo; el olvido nos va acabando. Lo inspecciono y me doy cuenta de que tiene algo entre sus páginas. Resulta ser un portavasos de una cerveza alemana, que por uno de sus lados dice: “Todo era mejor antes. Con nosotros todo es como antes”, y ´por el otro concluye: “Esto queda entre nosotros.”
Eso de que todo era mejor antes ya sabe a cliché y, si no estoy mal, hace un par de año un autor escribió un libro o un ensayo en el que refutaba esa idea con datos y estadísticas precisas.
Pero mejor sigamos hablando del libro de Kundera que apareció en mi cuarto. Puede ser que su exdueño(a) haya utilizado el portavasos para marcar el lugar en el que iba; cualquier cosa es mejor que doblarle la punta a una de las páginas.
En este punto, pienso, debería llegar a una conclusión que conecte estas ideas sueltas de las que he hablado, pero la verdad es que no se me ocurre nada. Lo único que sé es que solo quería escribir algo, lo que fuera, y esto fue lo que salió.
Espero que a alguien le sirva, y si no, pues no pasa nada, supongo que esas palabras que se desperdician en textos sin mucho sentido, van abriéndole camino a otras que en algún momento florecerán del inconsciente para contar una historia repleta de significado.
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