El viernes Jaime hizo un hueco en su agenda y llamó a su amigo. Antonio busco cuál era el mejor lugar para ir a cambiar los dólares y al final, por cuestiones de distancia, escogió una casa de cambio en el centro comercial Gran Estación.
Los amigos llegaron a ese lugar hacia las 6 de la tarde y, sin perder tiempo, fueron directo al local Money Cambios JWC C.C. Antonio realizó la transacción sin ningún inconveniente, pero ninguno de los dos se había dado cuenta de que alguien los estaba siguiendo.
Cuando dejaron el centro comercial y después de caminar un par de cuadras, dos hombres los detuvieron, los apuntaron con una pistola, y uno de ellos les dijo: “No se hagan los machitos y pasen el dinero”.
En ese momento había trancón en la calle y coincidió que por el lugar iba pasando un carro con policías encubiertos, quienes se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. se bajaron del carro y encañonaron a los ladrones.
Al darse cuenta el extraño giro de los eventos, Antonio dio media vuelta y comenzó a correr como si fuera Usain Bolt. Cuando había recorrido media cuadra escuchó un disparo. Sin detenerse volteó a mirar y vio a Jaime tendido en el suelo.
Avanzó un poco más y decidió parar, recuperar el aliento y esperar unos minutos. Luego volvió al lugar del enfrentamiento, preocupado por el destino de su amigo. Estaba preparado para lo peor “ ¿Y ahora como le digo a Claudia –la esposa de Jaime– que su marido murió por acompañarme a cambiar dinero a una casa de cambio?”
Cuando llegó al lugar vio que Jaime hablaba de forma apresurada con los policías, mientras gesticulaba con los brazos. Cuando vio a Antonio se abrazaron.
“Marica, ¿qué le paso? Creí que le habían metido un tiro. Jaime le contó que el disparo que oyó había sido un tiro al aire.
“Pues yo vi por el rabillo del ojo que usted arrancó a correr en pura y pues pensé: voy a hacer lo mismo, entonces di media vuelta y apenas iba a arrancar me tropecé y caí al suelo”.
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