Cuando estoy con un pie en el territorio de la vigilia y otro en el territorio del sueño mi consciente alcanza a escuchar a Michael Pollain, el protagonista del documental, hablando sobre el LSD y sus ventajas.
“¿Se acuerda que lo vimos en el HAY Festival hace unos años?”, me pregunta.
“Sí, claro, pero, ¿será que puedo dormir? El documental no lo van a quitar de la plataforma”, le respondo.
“Es verdad, pero mire lo que está diciendo sobre el subconsciente, tiene algo que ver con eso que empezó a escribir hoy. Ahí verá si le pone atención”.
Y tiene razón. Ahí, grogui, alcanzo a escuchar como Pollain dice que las sustancias psicoactivas ayudan a activar zonas del subconsciente que serían imposibles acceder de otra manera. Es un tema que me llama mucho la atención, pues muchos escritores afirman que la escritura es un proceso subconsciente, como Cornac MacCarthy que dice que que él solo escribe lo que se le ocurre, lo que se le aparece en la cabeza, sin ningún tipo de planeación y de arco narrativo y esas cosas tan literatas, tan narrativas, en fin.
Por un segundo pienso tomar nota en mi celular de lo que dice Pollain o, por lo menos, anotar el minuto en el que lo dice, pero al final el sueño me vence, así que decido apagar el televisor.
Y tiene razón. Ahí, grogui, alcanzo a escuchar como Pollain dice que las sustancias psicoactivas ayudan a activar zonas del subconsciente que serían imposibles acceder de otra manera. Es un tema que me llama mucho la atención, pues muchos escritores afirman que la escritura es un proceso subconsciente, como Cornac MacCarthy que dice que que él solo escribe lo que se le ocurre, lo que se le aparece en la cabeza, sin ningún tipo de planeación y de arco narrativo y esas cosas tan literatas, tan narrativas, en fin.
Por un segundo pienso tomar nota en mi celular de lo que dice Pollain o, por lo menos, anotar el minuto en el que lo dice, pero al final el sueño me vence, así que decido apagar el televisor.
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