miércoles, 30 de noviembre de 2022

No le gusta que la toquen

Entro a un almacén de esos que venden maricaditas varias. Esta repleto de objetos decorativos para la temporada navideña; es un lugar perfecto para salir de un apuro, cuando no se tiene ni idea de qué regalarle a alguien.

Camino con cuidado, alejado de los estantes, para no rozar ningún objeto por culpa de un movimiento torpe que, imagino, va a generar una reacción en cadena, que va a derrumbar todo el local. Mi hermana, en cambio, que hoy decidió ser entropía pura, ya ha tumbado un par de ellos, sin mayores consecuencias.

Una mujer camina detrás de mí y parece que está de mal genio. Le dice algo a su acompañante, pero como lleva tapabocas no alcanzó a captar sus palabras. Por el tono de su voz, se nota que esta molesta por algo. Le sostengo la mirada por un segundo, y me parece que está llena de odio, así que la bajo para que siga su rumbo, fiel a mi teoría de no cruzarme en el camino de otras personas, para que el curso de mi vida no se despiporre.

Otra clienta que está en el local no es seguidora de mi teoría y de un momento a otro le toca la espalda a la mujer malhumorada, para decirle: “Señora cuidado con la bolsa que lleva colgada, ahorita casi tumba algo”.

“¡Ay sí señora, ya! Le responde y luego, con un nivel adicional de rabia, le dice a su acompañante: “¡Como odio que me toquen!”.

El resto de tiempo que paso en el almacén, me preocupo más en no rozar  a la señora , que rozar  los productos y adornos; todo con el fin de que el curso de mi vida siga su, en apariencia pues nunca se sabe, apacible camino.

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