Me siento a escribir y siento que no hay nada en mi cabeza. Solo un decir porque seguro guarda muchas cosas. El punto es que hay veces que algún tema llega a ella en el día y lo anoto en mi libreta, o si es muy intenso se queda conmigo hasta que me siento a escribir, y entonces logro arrancarle unas cuantas palabras.
Otras veces soy más metódico y dedico un par de minutos a pensar sobre qué voy a escribir, pero hoy no hice eso y tampoco aterrizó ninguna idea en mi cabeza. Fue un día, aceptémoslo, improductivo. en el que mi cabeza estuvo minada por la duda, desfasada hacia atrás y hacia adelante, sobre todo lo segundo. El futuro y sus posibles escenarios, aunque no existan, tienen una capacidad tremenda para instalarse en la cabeza.
Llego a este tercer párrafo sin tener ni idea de que hablar. El único tema que se me ocurrió es hablar sobre tildes, porque en el primero escribí la palabra solo, a la que siempre me dan ganas de ponerle una al igual que a guion.
No me considero un chacho para poner tildes y me aburren en extremos esos mercenarios del lenguaje que no perdonan que a alguien se le escape una. Como si escribir consistiera solo en tener buena ortografía, en fin.
También a veces se me escapa ponerles tilde a las palabras agudas, sobre todo a los verbos conjugados en pasado.
Y Hablando de otro tema, en ocasiones pienso que coger se debería escribir con j. Sé que no es así, pero hay veces que lo siento de esa manera. No sé, es como si me llegara la señal de un mundo paralelo en el que esa palabra se escribe de esa forma.
Quizá a García Márquez a veces le pasaban cosas similares, y por eso en su discurso para el primer congreso de la lengua española en Zacatecas, México, dijo lo siguiente:
“Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”
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