Dice mi blog que escribí 216 días del año pasado. Pensé que habían sido menos, quizá porque fue un año en el que muchas de las veces que me senté a escribir no sabía sobre qué hacerlo, pero ya ven muchas veces lo que se cree simplemente no es.
Así que vuelvo a este espacio el primer lunes de este año, a escribir unas cuantas palabras, mientras se pueda, de lunes a viernes. Vaya uno a saber, si en estos momentos, un asteroide viaja a toda velocidad por el espacio, en línea hacia la tierra, para acabar con la raza humana; vaya a uno a saber.
Insisto en que uno sabe muy pocas cosas, casi siempre menos de las que se creen saber, pero bueno, ahí nos las arreglamos para vivir y vamos dando tumbos con ese supuesto conocimiento que llevamos encima.
Al nuevo año no le pido mucho, o sí, mejor dicho, como siempre, espero que esté lleno de lectura y escritura. La primera es necesaria para no creer que se sabe tanto o como dice Mario Mendoza en su libro Leer es resistir: “para darnos golpes de estado a nosotros mismos y doblegar a los tiranos que dominan nuestras mentes".
La segunda como dice Millás porque “Abre y cauteriza al mismo tiempo las heridas”. Las heridas, al parecer, son necesarias y constantes que no podemos evitar, así que en vez de lamentarnos por sufrirlas, lo mejor es mirar qué métodos se pueden utilizar para cicatrizarlas lo más rápido posible.
Ya entenderán ustedes que la mezcla de las dos sirve para enfrentar cualquier revés de la vida, pues ella sí que sabe y tiene claro cómo ponernos trabas y jodernos el caminao’.
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