Domingo 4 de la tarde.
Había llegado a casa después de almorzar, y libro una batalla contra mis ganas de dormir por quedarme despierto.
Mis tropas de voluntad se retiran. La pierdo por completo. Apenas pongo la cabeza en la almohada caigo en un sueño profundo.
Al poco tiempo la alarma del celular cobra vida.
“Maldita sea, ¿no la configuré para dentro de una hora y media? me pregunto. Estiro una mano y presiono el botón del celular para que cese el ruido.
A los cinco minutos vuelve a la carga. Luego de maldecirla tomo el celular, abro los ojos y miro la pantalla para cancelarla. Es ahí cuando caigo en cuenta de que si era la alarma que había configurado. Había pasado una hora y media que sentí como si fueran 5 minutos.
¿Qué es el tiempo? ¿Cómo funciona? ¿En realidad podemos medirlo? Me pregunto ahí medio adormilado.
“Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional es el segundo.”
Esa es una de las definiciones de los eruditos de la RAE, pero me parece que el tiempo tiene planes propios y se contrae o se expande a su antojo. Una mezcolanza de pasado, presente y futuro que en realidad no entendemos.
Les juro que no dormí más de 10 minutos ese día, pero el tiempo se empeñó en confirmar que ya había pasado una hora y media.
De pronto es verdad eso de que el tiempo es relativo.
Según Google, Knautas, un profesor de Física, dice que la explicación de tal concepto es que "la distancia y el tiempo no son absolutos, sino que dependen del observador".
De ser así el tiempo también es belleza, por esa otra frase que dice: la belleza está en el ojo del espectador.
Sea lo que sea o como sea, no deja de ser extraño, y siento que que me robaron minutos de sueño.
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