Les traigo noticias.
Nada del otro mundo, la verdad, si se compara con lo del submarino que se hizo añicos o los desastres políticos bien sean nacionales o internacionales.
Solo vengo a contarles que ya creo saber cuál es la razón por la que me estoy despertando antes de que suene la alarma del celular.
¿Y qué conmigo? Se podrá preguntar usted, querido lector. Y es verdad, tal vez nada. Si comparto esto, es solo por cumplir con mi premisa de escribir algo, lo que sea. Que le interese o no a las personas ya es otro tema totalmente diferente.
En fin, volviendo al tema de despertarse de improvisto, me gustaría ser de ese tipo de personas iluminadas que llevan un despertador interno y no necesitan de alarmas, pero si yo no configuro unas cuantas la volqueta del sueño se va al río.
Dicho esto, la culpa la tienen los perros del parqueadero de al lado. Solo un decir porque son animales y no hay forma enseñarles a no ladrar. Imagino que lo hacen porque algo les incomoda y es la única manera que tienen para comunicarse con sus cuidadores.
El caso es que hoy apenas me desperté, estaban ladrando con todas sus fuerzas. Tengo sospechas de que la persona que los cuida los molesta, les golpea la puerta de sus jaulas, les grita, en fin, no los deja tranquilos y por eso ladran con tanta fuerza casi todo el día, y por las noches aúllan de forma triste.
Parecen ser bravos y, de tener la oportunidad, seguro se lo comerían vivo. Si no lo hacen es porque sea quien sea esa persona, es la que les da de comer.
De ser así, entonces la culpa no la tienen los perros sino la(s) personas que los cuidan.
¡Qué perros!
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