Les voy a contar una escena de un sueño.
Esto es algo fuera de lo normal porque casi nunca los recuerdo.
Me desperté en la madrugada con las imágenes frescas y pensé en anotarlas en el celular, pero como dicen que mirarlo esuna de las peores cosas que se pueden hacer en esas ocasiones, porque a uno se le va el sueño, confié en mi memoria.
Estoy seguro de que antes de esta escena de la que les voy a hablar, había soñado algo más, algo que ocurría en el mismo lugar que, me parece, era un centro comercial, porque habían escaleras eléctricas al fondo.
Pues bien estoy en ese lugar no sé si solo o acompañado y en medio de mi andar desprevenido me encuentro con María Claudia.
María Claudia fue una de las primeras jefes que tuve. Era una mujer bajita y algo gordita. Muchas personas le tenían envidia porque tenía un puesto directivo, un puesto que, según ellos, debería ocupar otra persona y no ella, pues ¿cómo era posible que una diseñadora industrial ocupara un rol comercial? en fin.
Volvamos al sueño.
Apenas la veo está tosiendo y lleva un tapabocas por debajo de la nariz. “Tiene Covid”, pienso y ella, que advierte mi duda de acercarme o no a saludarla, me dice: “Solo es un ataque de tos”.
La veo más alta y delgada.
Arrancamos la conversación con los lugares comunes de siempre, y de repente, como de la nada, me dice lo siguiente:
“Mira que hace un año tuve cáncer”.
Creo que no respondo nada. Imagino que su cambio físico se debe a la enfermedad.
María claudia empieza a toser de nuevo y el director loco que llevo en mi cabeza dice “¡Coorten!” Ahí se acaba todo.
Luego, cuando me despierto, siento un ligero dolor de garganta.
“María Claudia si estaba enferma”, pienso.
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