En una caja empaco libros y CD’s. No sé para qué los últimos. Debería regalarlos. ¿Todavía hay gente que se sienta a escucharlos? No sé si ese espécimen del ser humano aún existe, creo que deben quedar muy pocos, en fin.
Algunos de los los libros que empaco los considero rarezas, y también están los de mis escritores favoritos: Juan José Millás y Rosa Montero. Entre los que considero únicos, me llevo La Nostalgia del Melómano y El Tumbao de Beethoven, entre otros. El del tumbao lo busqué como loco en una feria del libro y hacia el final de la tarde, cuando creía que ya no lo iba a encontrar y los pies me dolían de tanto caminar, se me apareció cuando iba de salida y en el stand menos pensado.
Pienso que, por lo menos en mi caso, debería regalar los libros que leo. Son contadas las ocasiones que he releído alguno. A veces pienso: Voy a releer este o tal otro, pero no hay tiempo. Nunca queda tiempo para nada.
Hace rato pienso que debo releer El Tumbao de Beethoven y también los Articuentos Completos de Millás. Vamos a ver si lo logro. El único libro que he releído como un poseso (5 veces) es la trilogía del Señor de los Anillos, pero eso fue hace mucho tiempo, en una época en que tuve el propósito de aprender élfico; hágame el berraco favor, no sé en qué carajos estaba pensando.
Es extraño el apego que se tiene por los libros. Tal vez, de forma inconsciente, pensamos que ai noa desprendemos de ellos nos hacemos menos lectores o algo así.
El punto, creo, si es que hay alguno, es que muy pocos tenemos espíritu Marie Kondo en este mundo, y la mayoría somos acumuladores, nada que hacer.
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