Creo que es importante contarles lo que ocurre en este momento.
Son las 4.23 a.m. y desperté sin ninguna causa o motivo aparente. ¿Por qué? No me cuestiono la importancia de tan insignificante hecho, sino la razón de que haya ocurrido.
No tengo claro si abrí los ojos de repente o simplemente desperté. Supongo que ambas formas de irrumpir en la vigilia son diferentes, como también es diferente llorar por picar una cebolla a cuando uno lo hace por una dolencia emocional, y que la primera supera en violencia a la segunda.
El silencio es absoluto, así que resulta imposible que me haya despertado un ruido.
Pienso en mis dolores de cabeza y mi atención se dirige a esa zona del cuerpo, pero nada. No siento ninguna punzada o martilleo en mi cerebro.
De repente siento frío en los brazos y me levanto a ponerme un saco. ¿Por qué el bajón de temperatura? ¿Acaso se debe a un alma en pena que se pasea por mi cuarto en horas de la madrugada?
C, una amiga, cuenta que en su apartamento, en el cuarto de su hija, habita el espíritu de una señora de alrededor de 50 años.
Ella y una medium la contactaron y con la ayuda de un péndulo le preguntaron si podían referirse a ella como Rosa, a lo que el espíritu accedió.
Sea como sea la vida, la madrugada y su silencio, o el mundo espectral que habita Rosa, heme aquí tecleando estas palabras en la aplicación de notas del celular.
Teclear en ese aparatejo es incómodo y preferiría hacerlo en mi portátil, pero no hay chance alguno de que me ponga a desafiar el frío de la madrugada en boxers.
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