En español no hay palabras que signifiquen algo más grande que su propio significado, es decir que encierren una acción concreta. ¿Y los verbos? se preguntará usted, estimado lector, es obvio que estos encierran acciones, pero, como decirlo, quizás a su definición les hace falta carne emocional.
Los Japoneses, o su lenguaje más bien, nos lleva años luz en ese aspecto. Hoy, mientras buscaba unos ejemplos para una presentación, di con la palabra Hanami. Me encantan y creo que hay algo mágico en esos encuentros fortuitos con cosas que uno no sabe y que de repente captan toda nuestra atención.
Hanami significa, a grandes rasgos, Mirar las flores, y era antes una costumbre ancestral reservada para la corte imperial. Lo primero que me pregunté fue , ¿y para qué carajos quiere uno mirar flores? ¿no hay acaso cosas más importantes que hacer? qué se yo: trabajar, estudiar, sobrevivir, etc. pero luego me pregunté ¿y por qué no? Me imagine entonces mirando una flor púrpura, color que suprime el apetito,calma los dolores de cabeza y fomenta la creatividad, en un parque rodeado por montañas, con pasto perfectamente cortado de color verde intenso.
La imagen me relajó. Espero algún día poder visitar Okinawa y practicar el sencillo arte del Hanami.
Tal vez es por eso que la comunidad más longeva del mundo se encuentra allá, por qué tienen claro a qué actividades se les debe dedicar tiempo.
Por otro lado los okinawenses no tienen una palabra equivalente a "Jubilación"; en cambio cuentan con la palabra ikigai que se traduce como: La razón por la que te levantas en las mañanas".
No cabe duda que ambas cosas nos hacen falta, practicar el Hanami y dedicarle más tiempo a la búsqueda de nuestro ikigai. Nunca es tarde para comenzar.
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