"Pues Uber Angel. Uno llama un man para que le maneje marica. No me vaya a dejar sola que estoy que me bebo" le dice una mujer a otra. La primera tiene carro, y la respuesta que le da a su amiga, soluciona una objeción que esta le hizo sobre cómo iba a tomar si había llevado el carro.
La segunda le regala una sonrisa a medias, quizá solo tenga ganas de llegar a su casa para tumbarse en la cama y dormir como si no hubiera un mañana. Igual termina por afirmar con la cabeza, su corazón es muy grande para dejar a su amiga, la bebedora empedernida, sola.
Me causa curiosidad saber por qué está que se bebe. ¿Está despechada? ¿embrutecerse hasta alcanzar estados de inconsciencia es la norma, una vez llega el fin de semana? no importa, quiere beber y ya.
El punto es que le achacamos al trago muchas facultades místicas y curativas del alma, como si el trago de verdad pudiera desinfectarnos de nostalgias, tristezas y cosas por el estilo, cuando, en ocasiones, nos hunde y hace naufragar en esos estados.
Igual, lo seguimos adoptando como una solución. Es una mentiras bien clavada en nuestro cerebro, y siempre existirá alguna manera para justificarla.
Algo similar ocurre con el famoso "vaso de agua" que se supone, cura fuertes sustos, ¿a quién carajos se le ocurren esa vainas y cómo es que las aceptamos sin cuestionar?
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