martes, 14 de marzo de 2017

Lola

"Hola si, hablas con Lola, dame un segundo que estoy en un librería" le anuncia a su interlocutor mientras devuelve un libro a un estante.  Resulta difícil definir que es lo sensual, si el tono delicado de su voz, su acento, repleto de eses pronunciadas que se pasean con gracia por su boca, o una combinación de ambas cosas que se traduce en una manera de hablar que a veces parece un canto.

Inclina la cabeza para aprisionar el telefono contra su hombro.  Luego de terminar la llamada suspira y comienza a pasear con gracia por el lugar.  Hojea y coge libros, uno de aquí, otro de allá y los carga por un rato hasta que se cansa.  Se sienta en el piso, abre uno de ellos en cualquier parte y empieza a leer,

Lee de afán.   Pasa las páginas velozmente y  con angustia. Se atraganta de palabras como si fuera  el último día de su vida o llevara una abstinencia de lectura de varios años. De repente suelta el libro que lee, se pone de pie y otra vez comienza a brujulear por la librería.

Ahora carga la máxima cantidad de libros que puede, unos 8 o 9.  En su camino se le cruza una silla y se desploma en ella.  Un par de los  libros que lleva caen al piso. Los mira con indiferencia, mientras acomoda el resto, con cuidado y estirando su brazos, en el mismo lugar.

Otra vez lee. Parece que entra en ese flujo de lectura llamado presencia, de forma fácil y se transporta a otro mundo con la narrativa.Tiene claro qué es lo que debe hacer.

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